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Palacio contactó al jefe de campaña de Trump para evitar que se descontrole contra México en el final de la elección

 Desde el fin de semana el Gobierno realiza un cabildeo sigiloso sobre la campaña de Donald Trump para evitar que en el tramo final de la elección en Estados Unidos el aspirante republicano ofrezca un discurso violento contra México.

La gestión se realiza por canales diplomáticos, pero también a través de diversos empresarios mexicanos que a su vez son allegados a grandes donantes de la campaña del magnate, que el martes que viene votará en Miami, pero esperará los resultados en Nueva York.

El principal destinatario del pedido es Chris LaCivita, el jefe del War Room y a quien ya le dan por descontado un lugar central en el Ala Oeste si Trump regresa a Washington. El otro apuntado es Brian Hughes, escritor de los discursos de la campaña y con peso en la relación con los medios.

La gestión no es sencilla porque Trump escucha a gente que está fuera del War Room y que tiene un perfil belicoso contra México como son los casos de Stephen Miller y Kellyanne Conway, que estuvieron en su primer gobierno.

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El mitin del fin de semana en el Madison Square Garden encendió alarmas en Palacio porque allí los que hablaron antes de Trump de desbocaron e incluso hubo un ataque directo a los portorriqueños. «Hay una isla flotante de basura en medio del océano en este momento. Creo que se llama Puerto Rico», dijo el comediante Tony Hinchcliffe.

Un dato que trajo alivio al entorno presidencial es que en su último impulso de campaña Trump no iría a Arizona, estado fronterizo que podría enervar su discurso contra México. 

El temor es que Trump muestre su perfil más intenso en el tramo final y que tenga una descalificación frontal contra México. Escenarios que vienen alimentados por diversas posturas que se han vuelto frecuentes en el Partido Republicano sobre aranceles, deportaciones masivas de indocumentados y combate al narco en territorio mexicano.

El canciller Marcelo Ebrard.

Un dato que señalan como positivo en el entorno presidencial es que en su último impulso de campaña Trump no iría a Arizona, estado fronterizo que podría enervar su discurso contra México. En cambio, Kamala Harris estará allí este jueves.

Otro escenario optimista que trazan es que, si escala demasiado el escándalo con lo comunidad portorriqueña, la campaña republicana disuadirá al candidato de confrontarse con los mexicanos.

También creen que si Trump se define sobre un asunto exterior este podría ser sobra la guerra en Medio Oriente, Rusia o China.

Respecto a la noche de la elección, cerca de Sheinbaum ya descuentan que si la votación es cerrada habrá pocas certezas y de ahí la necesidad de evitar pronunciamientos de antemano.

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