Es 27 de marzo de 2011 y mi papá me llama para acercarme a una lenta computadora. Vamos a ver la F1. Es una página pirata y no entiendo nada de lo que dicen los narradores, pero algo en la pantalla me resulta familiar: la bandera de México. El país estaba de regreso en la máxima categoría y el viaje que emprendimos con Checo Pérez aquel día, al menos hasta hoy, ha llegado a su fin. Si aquí acaba todo, no nos queda más que agradecer por habernos hecho soñar.
Hasta ese momento sólo sabía que hubo un tal Michael Schumacher en la F1 por herencia de mi padre. Pero entonces llegó a la parrilla un piloto que sabe lo que son los tacos, el tequila, la fiesta, uno que habla español, uno que nos entiende. Debía seguirlo.
Aquella primera carrera hace 13 años no entendía mucho de lo que hoy sé. Solo recuerdo que tras haber llegado a los puntos, fue descalificado. Ahora conozco la historia de ese día en la que los narradores lo alabaron por su gran manejo con las llantas, pero el equipo le falló y le puso mal el DRS que le valió su expulsión de la carrera.
La revancha iba a llegar. En aquel 2011 Checo prendió las primeras chispas de una llama que ardería un año más tarde. Sauber le dio la posibilidad de cosechar sus primeros 2 podios y su casi victoria en el GP de Malasia. Estuvo a nada de arrebatarle el primer lugar a un tal Fernando Alonso con su Ferrari.
Las calles no se inundaban de playeras de Sauber, pero Europa comenzaba a ver su brillo y McLaren se hizo de sus servicios en 2013. Un grande se había fijado en el mexicano, pero su paso fue tan corto como nuestra euforia. Los de Woking le encontraron espacio en un tal Force India.
En casa seguíamos sin cable, sin dónde ver al mexicano, pero siempre hallamos la forma. La memoria solo me trae al presente aquellos domingos en los que mi padre me gritaba para verlo cruzar la meta entre los 3 primeros lugares con una lata con ruedas.
Gracias a Sergio cambiamos la pantalla por la tribuna más barata del GP de México. Antes de la ‘Checomanía’, las entradas más baratas estaban en mil 500 pesos y ahora cuestan el triple. No es una ofensa ante los nuevos fans, sino un reconocimiento a cómo se volvió le héroe de millones.
Si te gusta la F1, seguro ya te han dicho que sólo son carritos dando vueltas, pero Pérez nos enseñó la verdad del automovilismo: pasión, sudor, esfuerzo, sacrificio, orgullo. Sólo hay 20 espacios en la F1 y uno de ellos fue para un mexicano durante 13 años.
Lo vimos como el ‘mejor del resto’ por años, derrotando a todos y cada uno de sus compañeros. ¿Qué más necesitaba para una nueva oportunidad en otro grande? Pero como todos sus éxitos, tuvo que picar piedra, y mucha para que eso pasar.
En 2020 logró su primera victoria con un Racing Point y Red Bull no pudo más y lo contrató. Entonces la burbuja explotó. Millones se dieron cuenta del piloto que teníamos en casa. El autódromo Hermanos Rodríguez era una sola voz, con una sola playera en apoyo al de Guadalajara.
¿En cuántos deportes podemos presumir haber tenido al segundo mejor del mundo? Vimos a Checo como subcampeón apenas en 2023 y ojalá la historia le dé su merecido lugar.
Gracias, Checo por tu legado, por las victorias, por hacernos escuchar le himno de México en lo más alto del podio, por verte entre los 3 primeros en casa, tu casa, nuestra casa.. Por hacernos ver que el éxito cuesta, que bajar la cara no es opción, que nunca hay que rendirnos. El ‘Never Give up’ jamás había sido más atinado.
No sabemos qué te depare el destino, pero hoy solo nos queda agradecerte. Primero con tener un piloto en la máxima categoría, luego con un ganador de carreras y por último, con un campeón del mundo. Hasta pronto, Sergio.