
El VIH sigue siendo un grave problema de salud pública global, con más de 40 millones de muertes relacionadas con la enfermedad en los últimos 40 años. África oriental y meridional son las regiones más afectadas, concentrando más de la mitad de los 20 millones de personas que viven con VIH en todo el mundo. Mozambique es uno de los países con mayor carga de la enfermedad: en 2023, aproximadamente 2,5 millones de personas (el 12,5 % de la población) vivían con VIH, y el 85% tenía acceso al tratamiento antirretroviral (TARV).
¿Cómo ha evolucionado la epidemia en Mozambique? En la década de 2000-2010, se estimaba que se producían unas 150.000 nuevas infecciones por año (con un rango de 85.000 a 240.000). Desde entonces, el número de nuevas infecciones ha disminuido, aunque sigue siendo elevado: en 2023 se estimó que hubo 87.000 nuevas infecciones (con un rango de 72.000 a 108.000), lo que refleja una de las tasas de incidencia más altas de VIH en el mundo.
Probablemente, el mayor y más persistente desafío en la lucha contra el VIH/sida en Mozambique sea la feminización de la epidemia: las mujeres jóvenes (15-24 años) tienen una tasa de infección tres veces mayor que los hombres (9,8% frente al 3,2%). Es decir, las mujeres están desproporcionadamente afectadas por el VIH, con tres veces más probabilidades de contraerlo en comparación con los hombres. Además, para las mujeres embarazadas, esto representa un doble riesgo: mayor vulnerabilidad a otras infecciones, como la malaria, y una alta probabilidad de transmisión vertical del virus al bebé. Por ello, constituyen un grupo especialmente vulnerable que requiere atención y cuidados específicos.
Recientemente, realizamos el estudio más extenso en África sobre la evolución del VIH en mujeres embarazadas. Analizando datos de 2010 a 2021 de Mozambique, se identificaron tendencias clave en la prevalencia e incidencia de la infección, así como en el impacto de las políticas de control y la introducción de nuevos tratamientos. En particular, la inclusión de datos correspondientes a los dos años posteriores a la introducción del régimen basado en un nuevo fármaco para el VIH, dolutegravir, proporciona una valiosa oportunidad para evaluar su impacto en el control del VIH, dado que el tratamiento antirretroviral de primera línea es clave en este contexto.
¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio?
- La prevalencia del VIH en mujeres embarazadas aumentó del 28,2% en 2010 hasta un pico de 35,3% durante 2012-2016, disminuyendo luego al 21,7% en 2021.
- La incidencia de nuevas infecciones fue alarmantemente alta, superando el umbral de tres infecciones por cada 100 personas-año, que define las zonas de alto riesgo para la adquisición del VIH.
- La prevalencia del VIH —el total de casos existentes, nuevos o antiguos durante ese periodo— disminuyó mientras que la incidencia general —el número de nuevos casos— se mantuvo similar en las mujeres embarazadas de Mozambique.
- La tasa de transmisión de madre a hijo se redujo drásticamente: del 9,2% en 2010 al 0,6% en 2019-2021, coincidiendo con la introducción del tratamiento basado en dolutegravir.
- A pesar de los avances, la prevalencia del VIH se mantuvo alta, indicando la necesidad de revisar las políticas preventivas actuales y de implementar medidas efectivas que mejoren el control del VIH en el embarazo.
Estos hallazgos destacan que la epidemia de VIH sigue siendo un grave problema de salud pública en esta región del sur de África, y debe continuar siendo una prioridad en la agenda de salud tanto de los países de la región como a nivel internacional.
Mozambique sigue enfrentando una de las epidemias de VIH/sida más graves del mundo. Los avances logrados en las dos últimas décadas son el resultado de los esfuerzos nacionales e internacionales, aunque estos se han visto condicionados por un sistema de salud frágil, con numerosos desafíos y una fuerte dependencia de la ayuda externa.
Mozambique ha avanzado en el control del VIH gracias a la inversión de organismos como ONUsida, el Fondo Mundial, el Banco Mundial y algunos donantes bilaterales como Brasil, Irlanda, Reino Unido, Dinamarca, Canadá, Suecia, España, y hasta ahora Estados Unidos. Este último país ha destinado a través de PEPFAR, el Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida, más de 400 millones de dólares (369 millones de euros) anuales para prevención y tratamiento. Sin embargo, la reciente decisión del Gobierno estadounidense de retirar estos fondos pone en riesgo los logros alcanzados.
El impacto del VIH va más allá de la salud: afecta la educación, la economía y el futuro de miles de niños, especialmente niñas, quienes enfrentan mayores riesgos de abandono escolar, matrimonio forzado y trabajo infantil. Para evitar un retroceso, es crucial garantizar financiamiento sostenible y mantener esta cuestión en la agenda global de salud y desarrollo. Además de un problema sanitario y social, es una cuestión de derechos humanos y de equidad de género.