NACIONAL

El legado de Juan Bernal: sabiduría, coraje y amor por la montaña

En noviembre de 2005, la montaña me encontró por ti, Tío Juan. Dijiste que íbamos a conocer un “verdadero campamento” y vaya que lo fue. Íbamos los primos Antonio e Isaías, y tus inseparables compañeros Juan Ocaranza (QEPD) y Eusebio Bustamante. Yo, un inexperto total, no sabía lo que significaba realmente caminar cuesta arriba con el alma y la mochila en las espaldas. Menté madres, me rendí en el pensamiento más de una vez, pero tú y tus bromas, tu temple, y ese consejo firme y certero, me empujaron a seguir.

Mi primer paso fue en la Joya, en nuestra amada “mujer dormida”, la imponente Iztaccíhuatl. Allí comenzó todo: el amor por el sendero, el respeto por la naturaleza, y la profunda admiración por ti. Desde entonces, la montaña no fue solo un lugar, sino una escuela, y tú nuestro maestro. No fuiste un tío de sangre, pero fuiste mejor que muchos: directo, trabajador, sabio. Me decías “Holaaa” con voz firme y poderosa, hasta que un día comencé a llamarte como siempre debiste ser para mí: Tío Juan.

Campamento en el Nevado de Toluca en 2008 / Foto: Raymundo Rangel

Cada cima que conquistaste se quedó tatuada en nuestros pasos

Tus enseñanzas no solo fueron técnicas, sino de vida. En 2007, en la ruta al Refugio del Téyotl, me cargué la mochila de papas, cebollas y salsa, y tú, entre regaños y carcajadas, transformaste el cansancio en una cena inolvidable. En otra ocasión, la tormenta eléctrica nos abrazó de sorpresa y tú, más protector que nunca, no perdonaste al amigo que se adelantó sin cuidar al grupo, recordándonos siempre que “un camarada nunca abandona a otro camarada hasta que culmine el viaje que iniciaron juntos”.

Fuiste mucho más que un guía: fuiste el alma que inspiró el nacimiento del Club Alpino Aire, un espacio que hoy continúa compartiendo ese espíritu solidario, fuerte y generoso que tú sembraste en cada ruta a cada uno de los fundadores.

Así fuiste: firme, generoso, justo. Tus frases quedaron para siempre en nuestras almas:

  • “Siempre lleva lo tuyo y un poquito más”,
  • “Lo que pasa en la montaña se queda en la montaña”,
  • “La cima no es solo el final, sino el reflejo del esfuerzo”.
Bajando de la ruta del Refugio del Téyotl / Foto: Raymundo Rangel

Una vida llena de pasión

Viviste la vida con pasión: montañismo, ciclismo, pesca,  y hasta alguna vez me dijiste que intentaste en el fútbol… pero fue entre cumbres donde encontraste tu verdad. Aunque te lamentabas de haber comenzado tarde (por el tema de la edad), yo sé —y muchos lo sabemos— que llegaste a tiempo, porque diste más de lo que muchos logran en una vida entera. Tus cumbres en La Malinche, el Nevado de Colima, Paricutín, Sierra Negra, San Miguel y el Pico de Orizaba… son ahora puntos luminosos en nuestro mapa emocional.

Recuerdo que cuando fallé en 2008, me miraste con esa calma tuya y me dijiste: ‘La montaña no se va, siempre estará ahí. A cada quien le llega su momento. No te frustres, sigue entrenando… y cuando estés listo, la cima te esperará’.

También que después de seis intentos, de caídas, dudas y momentos de agotamiento, finalmente lograste conquistar la cima del Pico de Orizaba, ese gigante que siempre desafió tu perseverancia. Cada intento era una lección, cada fracaso una enseñanza que transformaba tu espíritu. Cuando al fin pisaste la cima, no solo era la victoria sobre la montaña, sino sobre ti mismo. Como un verdadero guerrero, no te rendiste. Con cada paso hacia la cumbre, demostrabas que el verdadero triunfo no está en la cima, sino en la valentía de seguir adelante cuando todo parece en contra. La montaña no te venció, Juanito, tú la conquistaste con coraje, constancia y el alma indomable de quien nunca deja de luchar.

‘El master’

Una vez, en un diciembre frío, tus sobrinos decidieron irse solos a la montaña. Estábamos platicando cuando, de repente, llegaron dos muchachos a preguntarnos si sabíamos cómo prender una fogata. Resulta que su líder, a quien apodaban «El Master«, no sabía hacerlo, pero lo alababan a placer. Ante esta situación, Diego, con su característica forma de ser, no pudo evitar soltar una sonrisa y, a manera de broma, les dijo: «Nosotros también tenemos a nuestro ‘Master’».

Fue uno de esos momentos que nos recordó, con ese toque tan tuyo, que siempre sabías cómo ganarte el respeto, pero también cómo hacer que los demás te admiren sin tener que decir mucho. La fogata se encendió y la risa continuó, porque al final, siempre nos dejaste claro que, en la montaña, el verdadero líder no necesita títulos, solo corazón y sabiduría.

Juan Bernal en el volcán Iztaccíhuatl / Foto: Raymundo Rangel

Hasta la otra dimensión, siempre nos guiarás

El 3 de marzo de 2025 partiste sin previo aviso, como una tormenta de nieve silenciosa que cae en la madrugada. Nos duele, sí, pero dejaste tanto en nosotros que no nos sentimos vacíos, sino llenos de tu voz, de tus pasos, de tu ejemplo.

Nos enseñaste que la montaña no se conquista, se respeta. Que la cima no es lo más alto, sino lo más profundo. Que el compañerismo es un pacto y que la naturaleza es un refugio del alma.

Tío Juan, caminaremos con tus frases en la mochila, con tus historias en la memoria, y con tu espíritu en cada sendero. Eres y serás nuestro padre de la montaña, de nuestro amada Iztaccíhuatl. Nos vemos en la próxima cima, en la otra dimensión… donde seguro ya trazaste nuevas rutas para esperarnos y no separarnos nunca más.

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