
La distribución de un spot publicitario del Gobierno de EU contra la migración tocó una fibra muy sensible en todo el arco morenista: la injerencia de un país externo en el sistema mediático mexicano.
En el entorno presidencial reconoce que la publicidad protagonizada por Kristi Noem no tuvo un contenido agresivo para con el Gobierno pero lo que no agradó fue el mecanismo, o sea, la compra de espacios publicitarios en horarios centrales de la radio y la TV, así como también en plataformas digitales. El mensaje circuló con mucha fuerza y al oficialismo le quedó la preocupación que se trate de un mecanismo que, en momentos de tensión, adquiera rasgos hostiles contra la 4T.
La presidenta Claudia Sheinbaum decidió entonces aplicar un esquema muy frecuente en el sexenio obradorista: anunciar una iniciativa dura, para luego moderarla y dejar sobre la mesa el punto al que se quería llegar, en este caso, el spot de Noem. Sheinbaum transitó, a lo largo de esta semana, ese camino con una precisión absoluta y, a diferencia de lo sucedido con otras reformas que impulsó, esta vez el Congreso le mostró una alineación total: a las pocas horas de sus dichos de que retiraba la iniciativa para analizarla en detalle, Adán Augusto López Hernández tomó nota y el Senado hizo lo propio.
Sheinbaum tiene muy registrado que goza de un gran capital mediático y decidió no ponerlo en juego con una ley de tintes ultra y que además podía confrontarle con grandes corporaciones extranjeras, como los gigantes tecnológicos de EU, que además están en buenos términos con la Casa Blanca. Pero el mensaje quedó sobre la mesa y tiene su foco en la propagación de spots provenientes de Washington. Incurrir en nuevas aventuras publicitarias podría devenir en una norma que nadie desea aplicar, ni siquiera la presidenta.
Y es que el Gobierno puede aceptar la influencia de Washington en materia de seguridad y de comercio, puede alterar su esquema de relaciones a partir de los designios del Departamento de Estado, pero la política es un límite y este es un entendimiento en ambas direcciones, por eso desde el oficialismo se cuida en extremo cualquier maniobra al otro lado de la frontera que roce cuestiones lectorales.
Sheinbaum lleva la relación bilateral con un carácter preventivo que la impulsa a evitar cualquier situación de potencial fricción y, en lo posible, a tener una interacción ordenada y lineal. Por eso no se encuentra por estas horas en Roma: Trump está allí y la estrategia demanda evitar cualquier interacción que pudiera tener fines incalculables. La presidenta tiene muy presente lo que le sucedió a Justin Trudeau, que fue a cenar a Florida con Trump y al otro día el presidente hablaba de anexar Canadá.
La maniobra de Palacio con la ley telecom aportó una dosis de liderazgo político que era necesaria porque los últimos días fueron turbulentos bajo la superficie, especialmente desde el episodio que vivió el alcalde de Matamoros en la frontera y el interrogatorio que se le realizó. Las preguntas que recibió el edil generaron temor en la clase política morenista que avala ver a una presidenta fuerte frente a Washington.
En tanto, desde Palacio valoran como una ganancia el hecho de que, por ahora, el morenismo se mantiene sin fisuras ostensibles. También se trata de una cuestión bilateral porque Sheinbaum sigue muy de cerca hasta cuándo Trump podrá mantener el respaldo de su base electoral y de las principales espadas del Partido Republicano. Entiende que esa potencial división encierra oportunidades en múltiples frentes, en especial, en materia constitucional, si se tratara de impedirle a Trump un nuevo mandato presidencial.