POLITICA

A más de 20 años de la ruptura entre el EZLN y AMLO, Chiapas es una encrucijada para la 4T

El primero de enero de este 2024 se cumplieron 30 años del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el cual cimbró a la comunidad internacional volviendo al finado Subcomandante Insurgente Marcos -finado porque la Comandancia Zapatista mató al personaje, no al hombre- en uno de los primeros críticos a escala global del neoliberalismo, entonces conocido como una de sus fases: la globalización.

Luego de años de negociaciones con los gobiernos del priista Ernesto Zedillo y el panista Vicente Fox, los zapatistas tomaron la decisión pública de renunciar al diálogo con todo tipo de autoridades gubernamentales y acusaron de traición a todo el espectro político: desde la derecha del PAN y el PRI, hasta la entonces izquierda del PRD y el grupo de Andrés Manuel López Obrador. Corría el año de 2003 y el EZLN se replegaba a su caparazón en Chiapas.

En tanto, las bases obradoristas enfrentaban, primero, el intento de desafuero de López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y más tarde el fraude electoral de 2006. Un cisma hubo en la izquierda electoral gracias a este proceso electoral, pues algunos vieron la oportunidad de consolidar al PRD como la izquierda de la derecha mexicana (fue el caso de Los Chuchos y otras tribus comandadas por Miguel Ángel Mancera o Silvano Aureoles), mientras el obradorismo comenzó a hablar de un nuevo partido político y dieron por concluido el ciclo iniciado por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. 

El obradorismo usaría al PRD para volver a disputar la Presidencia de la República en 2012 pero ya como una tribu con las maletas listas para embarcarse al barco de Morena, el Movimiento de Regeneración Nacional, siempre tomando distancia no sólo con el perredismo al que tildaron de «traidor» y, al mismo tiempo, pintando su raya con el zapatismo al que AMLO llamó alguna vez «el huevo de la serpiente» y a quienes les pidió callar, argumentando que si no lo apoyaban al menos no obstruyeran la lucha por la toma del poder de su grupo.

Paralelamente, desde agosto de 2003, siempre bajo el acoso de paramilitares -hoy brazos armados del crimen organizado-, la Comandancia General del EZLN consolidó su organización civil fundando los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, con Juntas de Buen Gobierno cuyo sistema no depende de fondos públicos ni ayuda gubernamental alguna, y se basa en asambleas, cooperativas, comunas y otras formas de organización anticapitalistas esencialmente indígenas, lanzado mensajes hostiles ante cualquier coqueteo partidista y alejándose todavía más de López Obrador cuando ganó la Presidencia en 2018. Ahora en mejores condiciones materiales que cuando salieron al mundo en 1994: con escuelas, hospitales, «bancos» e incluso un sistema económico alterno basado en la venta de maíz, café y ganado para financiar su infraestructura y todo tipo de trabajos.  

Harfuch analiza entrenar en EU a una fuerza élite de policías mexicanos para combatir al narco

El tabasqueño decidió dedicar silencio y marcar distancia oficial con el movimiento zapatista en los seis años que estuvo al frente de Palacio Nacional, mientras el EZLN anunció la muerte del Subcomandante Insurgente Marcos luego de un balance negativo de su figura. El hombre detrás de la máscara se hizo llamar entonces Subcomandante Galeano y en el último año («cambiando de botarga» para usar su propia mofa), se hace llamar Capitán Marcos, aunque dejando la vocería y el protagonismo del zapatismo al Subcomandante Moisés.

En el sexenio de López Obrador se profundizó y amplió el sistema de programas sociales con el fin de promover un bienestar generalizado bajo la consigna de «primero los pobres», sin éxito entre las bases de apoyo zapatistas que se cuentan en docenas de miles en al menos cinco cabeceras municipales, y al contrario, el EZLN denunció el homicidio de un base de apoyo zapatista en Morelos, el activista Samir Flores Soberanes, por oponerse a una termoeléctrica promovida por AMLO y también acusaron al nuevo régimen obradorista de llenar el estado de Guardia Nacional («militarización») que no mejoró la seguridad sino que incrementó la violencia del narco: no antes de la llegada del cuerpo de seguridad creado por López Obrador, sino paradójicamente después.

El gobernador de Chiapas, Eduardo Ramírez.

Este diciembre la recién elegida presidenta Claudia Sheinbaum, a pregunta expresa de la prensa, aseguró que respeta al EZLN, recordó el activismo a favor de la paz en Chiapas que hizo desde la UNAM cuando fue maestra, pero defendió a la Cuarta Transformación como el proyecto que continuará su administración, fundamentado en el bienestar, la paz y la justicia.

 «Nos quedamos con el respeto a su movimiento, pero también en la defensa de lo que estamos haciendo en Chiapas y en todo el país. Lo que buscamos nosotros es el bienestar, la paz y la justicia. Ese es nuestro sustento, esos son nuestros principios, esas son nuestras causas», dijo este lunes Sheinbaum Pardo en su última conferencia mañanera del año en Palacio Nacional, cuidando el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador.

A la par, en el CIDECI Universidad de la Tierra de San Cristóbal de las Casas, tenía lugar el cierre de un encuentro internacional de resistencias y rebeldías como cada año previo al aniversario del levantamiento, donde el Capitán Marcos cuestionó el liderazgo de Claudia Sheinbaum y apuntó contra el exgobernador Rutilio Escandón por su «pésimo gobierno», donde aumentó la inseguridad y la presencia del narco, y auguró una administración similar o peor a la del cuñado de Adán Augusto López con Eduardo Ramírez.

Marcos recordó que Eduardo Ramírez, procedente de las filas del Partido Verde del exgobernador Manuel Velasco, fue «purificado» por el obradorismo al apoyar al morenista Rutilio Escandón y romper con su padrino político priista Enrique Peña Nieto en 2017, y en recompensa recibió un escaño en el Senado de la República. Ahora Rutilio tendrá un exilio dorado como cónsul mexicano en Miami, Florida, donde se encontrará con otro exgobernador de Chiapas, el perredista Juan Sabines Guerrero, cónsul de Orlando.

Tanto Rutilio como Ramírez han recibido el respaldo de Claudia Sheinbaum, quien ha insistido en que de haber alguna denuncia contra ellos, se procederá conforme a derecho, pero en su opinión ambos son grandes representantes de la Cuarta Transformación y Chiapas estará en buenas manos con Ramírez como lo estuvo con Rutilio. No es la primera vez que lo dicen, también lo denunciaron con el PRI, el PRD y el Partido Verde, pero los zapatistas tienen otros datos, a más de 20 años de la ruptura con el obradorismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba