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Liga de las Naciones: Portugal rompe el encantamiento de España | Fútbol | Deportes

España enfiló una senda maravillosa en la tanda de penaltis de la final de la Liga de Naciones de 2023, que alargó con el triunfo en la Eurocopa de 2024, y ese camino hermoso y emocionante se truncó en la tanda de otra final de la Liga de Naciones, que se llevó Portugal al acertar sus cinco lanzamientos, tras el fallo de Morata, especialmente doloroso por el peso emocional del capitán en este viaje. La Roja volvió a perder en competición más de dos años después, pero dejó el rumbo hacia más alegrías señalado con un partido que gobernó hasta la prórroga, cuando ya se revolvió más la Portugal de Roberto Martínez, que se convirtió en la primera selección en sumar una segunda Nations, después de ganar la primera en 2019.

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Diogo Costa, João Neves (Nélson Semedo, min. 45), Gonçalo Inácio (Renato Veiga, min. 73), Nuno Mendes, Rúben Dias, Bernardo Silva (Rafael Leão, min. 73), Bruno Fernandes, Vitinha, Francisco Conceição (Rúben Neves, min. 45), Cristiano Ronaldo (Gonçalo Ramos, min. 87) y Pedro Neto (Diogo Jota, min. 105)

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Unai Simón, Marc Cucurella, Óscar Mingueza (Pedro Porro, min. 92), Robin Le Normand, Dean Huijsen, Martín Zubimendi, Fabián Ruiz (Mikel Merino, min. 74), Pedri (Isco, min. 74), Mikel Oyarzabal (Álvaro Morata, min. 110), Lamine Yamal (Yeremy Pino, min. 105) y Nico Williams (Álex Baena, min. 91)

Goles
0-1 min. 20: Martín Zubimendi. 1-1 min. 25: Nuno Mendes. 1-2 min. 44: Oyarzabal. 2-2 min. 60: Cristiano

Penaltis:
0-1. Isco Alarcón.
Falla Morata.
1-1. Goncalo Ramos.
2-1. Vitor Ferreira.
3-1. Bruno Fernandes.
4-1. Nuno Mendes.
5-1. Ruben Neves.
5-2. Álex Baena.
5-3. Merino.

Arbitro Sandro Schärer

Tarjetas amarillas
Gonçalo Inácio (min. 18), Fabián (min. 32), Pedro Neto (min. 81), Le Normand (min. 90), Álex Baena (min. 99), Nuno Mendes (min. 99), Pedro Porro (min. 109), Martínez (min. 109)

España se adelantó dos veces, dominando todos sus registros, pero Portugal resistió y encontró el camino para regresar siempre a la final, la última vez con un gol del infinito Cristiano Ronaldo, que ya ha levantado tres copas con su selección.

Ese era uno de los carteles de la final, su cruce con Lamine, el futuro y el pasado inacabable, aún con fuego en las grandes noches, aunque limitado: no acabó por una lesión. La grada portuguesa fijó el estatus del español con una salva de pitidos cuando le llegó la primera pelota. Estas pitadas miden el pavor que provoca un futbolista. Cristiano terminó de bendecir ese estatus cuando con sus 40 años se descolgó de su campamento en la punta para robarle ese primer balón al chico que no ha cumplido aún los 18. Ese rango del barcelonista tuvo también consecuencias en el planteamiento de Roberto Martínez, que congestionó esa banda derecha. Pero España tiene más.

Como en la Eurocopa, cuando Lamine no conecta con la inspiración, en el otro costado emerge Nico Williams. Portugal presionaba muy arriba, tratando de cortar los circuitos de la Roja. Y los entorpeció, sí, pero entonces apareció Huijsen, que en su cuarto partido con la selección absoluta sobrevolaba el riesgo con un aplomo formidable y una precisión de pase extraordinaria. Era el que mejor encontraba al extremo del Athletic. Lo lanzaba al espacio por encima de la sobrepoblación del centro con la que Portugal quería desactivarlos. Por ese camino llegó la primera gran ocasión de España. Nico corrió a campo abierto gracias al pase del central madridista, la dejó atrás y Pedri remató fuera por poco.

Para entonces el pelotón de Luis de la Fuente ya gobernaba el partido, ordenado alrededor del mando de Zubimendi y Fabián. La jerarquía y la claridad del centrocampista del PSG iluminaron la espesura que intentaba instalar Portugal. No jugó la semifinal contra Francia por la fatiga de la final de la Champions, pero marcó la diferencia al regresar al mismo escenario donde había sido tan feliz una semana antes. Con el tempo amarrado, España cambió de marcha. Es un equipo híbrido, con tantas caras y variantes, que termina resultando indescifrable. Oyarzabal se retrasó para tirar una pared de tacón con Zubimendi, que se arrancó a correr. Abrió a Lamine, que a través de una de las pocas grietas que se le abrieron depositó en el interior del área una de esas bombas suyas, aparentemente delicadas, pero letales. Oyarzabal no llegó a rematar, un defensa tocó la pelota, la dejó muerta, y Zubimendi remachó a la red.

España parecía tenerlo todo, el vértigo y el control, también la ventaja, pero Portugal respondió enseguida con un zurdazo tremendo de Nuno Mendes, que como su compañero Fabián también había sido muy feliz allí el sábado anterior.

La Roja no tembló con el golpe. Mandaba en el centro mientras Vitinha no terminaba de hilar pese a tener cerca a Bruno Fernandes. El equipo de De la Fuente apenas compartía el balón. Incluso encontraba el modo de que asomara Lamine y encontrara a Nico en el área, que casi marca.

Pero el riesgo, que ya había advertido Roberto Martínez, se escondía en la alternancia de caras de la Roja. El siguiente golpe llegó después de un robo que deparó una contra que cerró Pedri filtrando un pase con el exterior a Oyarzabal. El delantero de la Real Sociedad siguió con su costumbre en las finales europeas con la selección. Marcó en la de la Liga de Naciones de 2021 contra Francia, en la de la Eurocopa del verano pasado contra Inglaterra y también esta vez contra Portugal.

La respuesta la volvió a construir Nuno Mendes por la banda izquierda que tenía que proteger de Lamine. Hasta que se vieron mirando en sentido contrario, y el portugués se fue del español con un fogonazo que podría haber recibido él del extremo azulgrana. Escapó, centró, y en el segundo palo estaba Cristiano para empatar. El delantero, la leyenda, se había pasado el partido flotando, entrando y saliendo de fuera de juego, como vaporoso, casi desaparecido. Los merodeos del cazador, hasta que avistó una presa, y la cazó: tac, al primer toque.

Portugal cogió aire, con el gol y con los relevos en las bandas. Semedo percutía por la derecha y Leão se sumó a Nuno Mendes y empezó a torturar por la derecha, donde abrió un boquete incontrolado. De la Fuente buscó refresco para el control: retiró a Fabián y Pedri e introdujo a Merino e Isco, que volvía seis años después, y obligó con un tiro lejano a Diogo Costa a volar a su escuadra. España mandaba, pero Portugal tenía instrumentos suficientes para picar y resistir, y la final, como en 2023, desembocó en una prórroga en la que Portugal enseñó más uñas, hasta que remató el título en los penaltis. Hasta ese límite tuvieron que llevar a esta España inolvidable a la que aún le queda cuerda.

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