
El cierre del sexenio de Andrés Manuel López Obrador ofreció una situación inédita si se comparaba con transiciones anteriores: tanto el titular de la Sedena, Luis Crescencio Sandoval, como el de la Marina, Rafael Ojeda Durán, intentaron, por distintos canales, continuar en sus cargos.
Cuando esta situación fue imposible, luego de la intervención de Omar García Harfuch, ambos oficiales comenzaron a observas posiciones diplomáticas de prestigio, entre ellas, la Embajada en Washington.
Esta intención se profundizó, según pudo conocer LPO, luego de que Donald Trump decidiera destinar a un exmilitar como embajador en Ciudad de México: el exboina verde y exespía Ronald Johnson presentó este lunes sus cartas credenciales en Palacio Nacional.
Las chances de Sandoval quedaron rápidamente reducidas: a pesar de sus buenos contactos en el Pentágono, la política de seguridad de Claudia Sheinbaum expuso el fracaso rotundo del plan de seguridad de López Obrador en el cual Sandoval jugó un papel central.
Ojeda, que también conoce bien la capital estadounidense, donde en sus últimos viajes promovió el proyecto del Corredor Interoceánico, ahora quedaría golpeado por la tragedia del Buque Escuela Cuauhtémoc, que este fin de semana chocó con el Puente de Brooklyn en Nueva York.
Ojada, según deslizan fuentes militares, promovió la carrera de los responsables del Buque y sus sobrinos Roberto y Fernando Farias Laguna tendrían algún grado de responsabilidad en los motivos técnicos de la colisión que por estas horas genera llamados de altura hacia Washington. Ambos oficiales siguen despachando en posiciones clave de la Secretaría de la Marina.
Los cálculos del almirante tienen buen «timming» porque en la Cancillería se ha instalado la tesis de que si Esteban Moctezuma no logra eludir el impuesto a la remeses que avanza en el Capitolio, tendrá que abandonar la embajada.
Moctezuma ha activado cabildeos de urgencia, especialmente en el sector bancario de Estados Unidos donde se rechaza la iniciativa de gravar las remesas.