
El inicio de las pesquisas sobre la contabilidad de Birmex es visto en el entorno presidencial como una oportunidad para Claudia Sheinbaum de limitar fuerte la injerencia de Andy López Beltrán en el futuro del armado morenista. Ninguna figura de peso del oficialismo desconoce el papel de López Beltrán en las contrataciones de Birmex durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. La investigación de los sobreprecios como un atajo veloz a una mayor autonomía del poder emergente.
En las cercanías de Sheinbaum comienzan a señalar movimientos e indicios de una mayor centralidad de la presidenta, entre ellos, la llegada de Edgar Amador a Hacienda, un técnico de poco vuelo internacional, pero de una lealtad absoluta a la mandataria. Semanas antes, en el plano económico, ya había tenido lugar la cobertura de una vacante en la Junta de Gobierno de Banxico que fue decidida por Sheinbaum.
En el plano de la seguridad, mañana martes el Congreso avanzará con el paquete de leyes que reclama Omar García Harfuch, que se deberán aprobar sin mayores inconvenientes para, de ese modo, superar el traspié de las normas anti nepotismo.
En la CDMX, desde Palacio impulsaron las leyes anti corridas de toros sin importar la oposición de la familia Haces, que tiene relación con la presidenta desde sus años en la política de Tlalpan.
En el plano del gabinete de salud, Sheinbaum espera avanzar con nuevos nombramientos en las próximas horas que dejen de lado a los allegados a López Obrador.
Señales y decisiones que cimentan la creencia de que, como consecuencia de la compleja relación con Washington, Sheinbaum se encuentra en el mejor momento desde que asumió la presidencia, así lo confirman las encuestas que se manejan en la cúpula, así como también otros estudios, como el publicado este miércoles por Reforma, que indica que entre los estudiantes de universidades privadas prevalecen los simpatizantes de la mandataria.
Así como la relación con la Casa Blanca debilitó internamente a otros jefes de estado, como Justin Trudeau en Canadá Keir Starmer en Inglaterra o Volodomir Zelensky en Ucrania, la presidenta mexicana convirtió las arremetidas del magnate en su principal capital político interno.